domingo, septiembre 17, 2017

"A Víctor Rodríguez Núñez: Apuntes para una presentación", de Raúl Zurita






Cuando el cometa Halley
ese viejo maleante de los cielos
cruzó a navajazos el vientre de la noche


Es un privilegio y una enorme alegría estar hoy en esta casa de Pablo Neruda y presentar Del Arco Iris y el Relámpago, la antología de la obra de uno de los poetas más relevantes de la poesía latinoamericana de hoy: Víctor Rodríguez Núñez, y que acaban de publicar los amigos de Descontexto Editores. Las tres líneas citadas arriba son un fragmento del segundo poema de esta antología, “Prólogo a La arboleda perdida de Rafael Alberti”, y que a su vez forma parte de Con raro Olor a Mundo, el segundo libro de Víctor publicado en Cuba en 1981. Son tres líneas, pero su nitidez, su transparencia, su poder evocativo y fuerza, adelantan uno de los rasgos que atraviesan la totalidad de la obra de Rodríguez Núñez: su altísima visibilidad, todo lo que dicen sus poemas puede ser visto o puede ser representado visualmente, restituyéndole de ese modo a la poesía, a la poesía de nuestros días, el antiguo sentido de la imagen y su rol de mediadora entre las distintas capas de lo realidad.

Me ha parecido entonces que esa restitución, que hay que entenderla dentro del tejido total de la escritura de Rodríguez Núñez, resulta medular porque al mostrarnos nuevamente la imagen, lo que nos muestra es exactamente aquello que hace que la poesía sea el espacio de mediación que permite que se constituya la existencia. La poesía media entre la vida y la nada, entre la plenitud de un universo desbordado de sí mismo y lo efímero de nuestra vida, y la imagen poética es, análogamente, una imagen de esa imagen, vale decir, de ese traspaso gigantesco a través del cual hacemos nuestra la totalidad de lo existente al mismo tiempo que nos hacemos parte de ella. Sin ese traspaso, aquello que persistimos en denominar lo humano, sería inconcebible.

Vivimos en la época de la agonía de las lenguas, despedazadas bajo la omnipresencia de la lengua unívoca del capital, la publicidad, donde ninguna palabra nombra lo que nombra, ninguna frase dice lo que dice ni ninguna imagen muestra lo que muestra, y la expresión más radical de la resistencia contra esa imposición es el poema. Precisamente el drama de esa lucha, su abismo, su transparencia, su amor no por “la palabra” como suelen declarar con encendida grandilocuencia algunos oficiantes, sino por las significaciones concretas de las palabras, es decir, su amor por cada detalle del mundo; es lo que le da a la poesía de Víctor Rodríguez Núñez su vigencia y su amplitud, su humor y su libertad.

Situada en las antípodas tanto de las increíbles simplificaciones de la mayor parte de la poesía de la experiencia o, más recientemente, de los algo caricaturescos poetas autodenominados “de la incertidumbre” que descubren la pólvora de la poesía “comprensible” 60 años después del aterrizaje de la antipoesía de Nicanor Parra, como de la gratuidad infinita, si se quiere más intolerable aún, de una parte no menor del neobarroquismo latinoamericano; la obra de Víctor Rodríguez Núñez representa una profunda revitalización del lenguaje poético, haciéndonos ver que la poesía da cuenta de sí misma precisamente porque da cuenta del mundo, y que si se repliega para preguntarse sobre su propia condición, como afirmaba Paz, no es porque se haya eximido de lo que la inmensa mayoría de los seres humanos continúan llamando lo real, sino al contrario, porque la pregunta es en sí misma el confín más extremo de esa realidad.

La poesía es lo que media entre el sueño y el despertar, entre todo aquello que nos desborda y el espacio enclaustrado de nuestra intimidad; entre la historia y el tiempo y lo instantáneo de nuestra experiencia, entre la vida a veces inconsolable de un mundo feroz y la plenitud a veces extrañamente consoladora de la muerte, en suma, la poesía es la mediadora entre la experiencia y el lenguaje. Es decir, entre el Arco Iris y el Relámpago, entre el cometa Halley, la noche acuchillada y nuestros empañados ojos.

Gracias por tu gran poesía Víctor. Te estábamos esperando.




Enero, 2017







Disponible en Librerías de Lastarria, Drugstore, Valparaíso, 
Puerto Varas, Puerto Montt y venta directa en Descontexto Editores











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